La iniciativa de un grupo de políticos y académicos confundidos para instaurar obligatoriamente en México, tras una contrarreforma constitucional, gobiernos de coalición para asegurar un Ejecutivo fuerte que pueda imponer los programas neoliberales, no es sino otra tentativa autoritaria más –bastante torpe, por cierto– para hacer inviable la voluntad de los mexicanos en 2012 y salvar al régimen actual, que se halla en abierta descomposición.
1. El gran capital trasnacional está requiriendo cada vez más de gobiernos autoritarios, y las presiones que se dan en todo el mundo van en esa dirección, por lo que lo raro hubiese sido que en México no se produjeran, como ahora se hace una vez más tratando de destruir la parte orgánica de la Constitución de 1917 con el pretexto aparente de hacer más funcional al gobierno cuando no cuente con un respaldo mecánico del Legislativo, pero con la pretensión real de quitarle derechos al pueblo al negociar todo a sus espaldas, por lo que esta iniciativa nace muerta por su obviedad.
2. El desplegado, difuso y ambiguo, suscrito por 46 personas, que publicaron los matutinos el lunes 10 para impulsar las coaliciones, no es otra cosa que una tentativa más que, con el pretexto de ser la quintaesencia de la tolerancia, busca establecer un autoritarismo a nivel constitucional. El mal redactado documento contiene verdades de Perogrullo, medias verdades y afirmaciones aberrantes que evidencian la ignorancia constitucional de sus redactores, pero no dice con claridad lo que quieren, por lo que su verdadero sentido hay que buscarlo en su origen y en las declaraciones que los abajofirmantes han multiplicado.
3. El documento no hace otra cosa que cristalizar una propuesta del senador Manlio Fabio Beltrones, que, ardido porque no va a ser el candidato del PRI a Los Pinos, ha sugerido a lo largo de este mes establecer un semiparlamentarismo en el que cree tener la posibilidad de ser un primer ministro, ya que considera que en estos años ha fungido desde el Senado como vicepresidente, según el número de Proceso sobre Los aspirantes No. 8 (octubre de 2011), para lo que ha obtenido el apoyo de legisladores y académicos que sintiéndose nuevos Madisons y Jeffersons discutieron varios meses un cambio de régimen (El Universal, 11 de octubre), habiéndose sumado a ellos algunos de los defensores del fraude de 2006.
4. Lo que proponen veladamente Beltrones y sus compañeros de ruta son dos cosas: a) imponer la idea de que las coaliciones son una salida ante el desastre actual (generado, se olvidan, por las pretensiones fascistas de Calderón y El Yunque y no por los mecanismos constitucionales), por lo que todavía podría producirse una coalición electoral (PAN-PRD) en la primavera de 2012 (encabezada por Ebrard o por De la Fuente) para impedir que López Obrador o Peña Nieto lleguen a la Presidencia, y b) una reforma constitucional autoritaria para buscar imponer en 2012 esas coaliciones forzosasen las cámaras a fin de obligar a los partidos neoliberales (PAN y PRI) a actuar de consuno.
5. La noción de gobierno de coalición, que parecería generosa, no logra empero ocultar lo que estos personajillos buscan, la mitad obnubilados porque López Obrador va a ser el candidato de las fuerzas populares y tiene enormes posibilidades de ser presidente en 2012, y la otra mitad enfurecidos porque Peña Nieto va a ser el abanderado del PRI y puede también llegar a Los Pinos, pero todos desconcertados porque la extrema derecha no tiene un candidato viable. No lo dicen en el documento, pero como son muy torpes lo han expresado a los medios, como Marcelo Ebrard, que declaró a El Universal el día 11 que sólo con una coalición (PAN-PRD) se podría impedir el regreso del PRI, aunque no explica cómo el PAN, favorable a la entrega de Pemex a las trasnacionales, a la privatización de las instituciones de salud y de seguridad social y a acelerar la entrega del país a Washington, podría coaligarse con un partido que sostiene lo opuesto.
6. El argumento falaz en que reside esta propuesta deriva del fracaso panista, pues una y otra vez sus signatarios, sin ocultar su añoranza por la mecánica del PRI, han sostenido, siguiendo la campaña de desinformación orquestada por Los Pinos, que en México hay un gobierno bloqueado en las reformas fundamentales por el Congreso, cuando lo cierto es que sólo en algunos casos (muchos menos de lo que el país requería) las bancadas del PRI, del PT y de Convergencia se han opuesto a algunas de las aberrantes contrarreformas enviadas por Calderón (como la de seguridad nacional y la laboral), lo que constituye, por otra parte, la esencia del régimen presidencial, lo que pretenden desconocer los promotores de esta propuesta totalitaria. “Para que no pueda abusarse del poder –escribió Montesquieu en El espíritu de las leyes, al hablar de la división de poderes–, es preciso que, por disposición misma de las cosas, el poder detenga al poder.”
7. Ese es el fundamento del régimen presidencial, y la función del Legislativo es actuar como un freno y contrapeso del Ejecutivo, como ha sido el caso en Estados Unidos, donde surgió este régimen político. Desde 1860, en que todas las elecciones presidenciales han sido ganadas por un demócrata o por un republicano, la mayor parte del tiempo ahí ha existido un Congreso adverso a la Casa Blanca (como acontece ahora con Obama), lo que ha sido estimado como la esencia de la democracia, pues obliga al presidente a negociar con el Congreso, y nadie, salvo en los tiempos recientes, en que eso molesta al Tea Party, habla como en México de un gobierno dividido, concepto usado por quienes añoran el autoritarismo y ofrecen salidas para mejor servir al capital trasnacional.
8. Las coaliciones y alianzas existirán siempre, pero en libertad y no por la fuerza, salvo en los regímenes parlamentarios en que son necesarias en los casos en que un partido no tiene la mayoría en el Parlamento, cuya función es la de designar al primer ministro y prevalecer sobre él.
9. La afirmación que cierra el documento de que si ningún partido dispone de mayoría en la Presidencia y en el Congreso, se requiere una coalición de gobierno, constituye una mentira absoluta, pues confunde lo político con lo jurídico. En la Presidencia en primer lugar no hay minorías ni minorías, pues el titular del Ejecutivo es una persona y no sus colaboradores, y si lo que pretenden es un gabinete plural éste, no debe olvidarse, se da en el régimen presidencial como consecuencia de la libertad del Ejecutivo para integrarlo, como se dio con Zedillo, que incorporó a un panista, o con Fox, que llevó a varios priístas a su equipo, y no por una imposición forzosa.
10. El país deberá decidir en 2012 sobre dos proyectos: el neoliberal de Peña Nieto y el alternativo de López Obrador, y no deberá poder impedírsele al pueblo decidir libremente el futuro de México, por lo que a quienes pretendiéndose demócratas buscan confundir e imponer un autoritarismo hay también que espetarles un contundente ¡Ya basta!