Nomada Posteador
Cantidad de envíos : 372 Edad : 62 Localización : Noruega Fecha de inscripción : 06/12/2008
| Tema: Shakespeare mexicano: German Dehesa Jue Dic 25, 2008 2:29 pm | |
| Como es sabido, los intelectuales de izquierda tienen sus escritores de cabecera donde destaca MANU DORNBIERER...quien copia el estilo de ATILIO BORON , principalmente en la retorica. Asi que, porque no he de hacer yo lo propio? (como parte de la no-izquierda oficial?), con esa justificacion compartire con ustedes los atinados consejos de GERMAN DEHESA (ya se me perdio el articulo que iba a comentar), asi que mientras lo encuentro, compartire lo siguiente. RESONANCIAS MAGNETICAS: German Dehesa Mis queridisimos bloguerisimos... HEME AQUI, estrenando un anio mas de vida. GRAAACIAS A DIOS. Todos los dias leo a Germancito Dehesa, es un senor que me cae super bien (y el lo sabe), el dia de ayer, como me ha sucedido antes, me senti identificada con SU SENTIR, con el maravilloso arte y don de Agradecer, y es por eso que me fusilo su columna., no le pedi permiso, pero yo se que me dira que no tiene ningun problema en que la suba y la comparta con ustedes.
En este día consagrado a la gratuita generosidad, yo quiero dar gracias al infinito laberinto de los efectos y las causas, por Rosa Elvira y su solidaria ternura inteligente, por las mujeres que al amarme me han hecho conocer los umbrales del paraíso, por las que al no pelarme me han hecho conocer la vigorosa resistencia que ofrecen algunos materiales que forman este vario mundo. Por las personas sonrientes y livianas cuya existencia es ya una fiesta, por los plomitos que te crean la impresión de que tú eres muy simpático, por las funcionales y hermosas obras que ha creado el hombre, por la Catedral de San Miguel de Allende que te hace conocer la experiencia de fracasar en grande, por la risa de las muchachas que es un acuático canto, por la risa de hombres y mujeres que con ella anuncian su inteligencia, por aquella hora de la merienda que nos hacía ingresar al universo del pan dulce. Por la cercanía del mar que es como la de la mujer, por los libros que han sido de lo mejor de mi vida, por el helado de mango que venden en “La Especial de París”, por el perro que, gracias a Dios, nunca tuve, por la vocinglera Plaza de Armas de Veracruz, por la costeñita de ojos relumbrosos que, al verme enrojecido por el sol, me dijo: Adiós, camaroncito, por las mujeres malas, por las mujeres buenas que también han de servir de algo, por mi hermana la Doctora que es la fuente de mi salud y un pozo de ciencia... Por los tacos al pastor, por mis amigos que son lo mejor de mí, por los muchos regalos que siempre me esperan en esta casa de piedra y flores, por la cama, la cocina y el jardín, por esas calles atardecidas donde te espera un recuerdo o el brazo de un amigo, por la medicina moderna que alarga tu estancia en este emocionante mundo, por el matrimonio Canales que me regala vino y que absurdamente cree que no pienso como ellos, por mi dentista que también es músico y respetado censor literario, por los que alzan la voz, por los que no se conforman, por los que pelean todas las batallas dignas de ser peleadas... Por mi madre que ya descansa en Dios, por mi padre que ya descansa de ella, por los que en alguna frontera esperan la oportunidad de pasar al otro lado, por la humilde regadera que múltiplemente nos bendice, por el cine que es la vida de la vida, por el olor y el sabor del tocino, por las cajitas de Olinalá, por el ámbar chiapaneco que nos recuerda que nosotros también estamos atrapados en una sutilísima resina, por los que de tanto amar al hombre aman a Dios... Por mi maestro Borges que dice que, conforme se vaya acercando la muerte, en nuestra mente se irá grabando con exquisita perfección el rostro del ser más amado; si hemos sido justos, eso será el cielo; si no lo fuimos, eso será el infierno; por las golosinas que vendían afuera de la escuela y que, según la asamblea de padres, eran mortales de necesidad, por aquella prima que te enseñó a jugar al doctor, por el mar, el mar que siempre recomienza, por esas beethovenianas tormentas que hay en Avándaro, por la palabra que es nuestra herramienta, nuestra arma, nuestra caricia, nuestras alas... Por ese Dios modesto y doméstico que ya se sienta en nuestro comedor y vela nuestra enfermedad y algún día nos cerrará los ojos, por el arte de contar, por la poesía que es el arte de cantar, por los colores de Tlacotalpan, por tanta gente buena sojuzgada por unas cuantas gentes malas, por los nombres y los apodos, por los oficios, por el reposo, por la capacidad y el arte de dar las gracias. Por todo esto y por lo que olvido doy las gracias.
| |
|