El duelo: Cardenas - Gomez Morin

El duelo Cárdenas—Gómez Morín

La defensa de la soberanía
El 18 de marzo de 1938 Lázaro Cárdenas concretó la gesta petrolera mexicana.

Expropió las instalaciones de 17 empresas petroleras, la mayoría extranjeras o con capital mayoritariamente extranjero, por negarse a acatar un fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que las obligaba a reconocer al Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República, creado el 16 de agosto de 1936, y a pagar los salarios caídos durante la huelga.

Ante la negativa constante, el general Cárdenas expropió sus instalaciones y los empresarios se llevaron a los técnicos, las refacciones y la materia prima, entre ellas el tetraelito, sustancia indispensable para procesar el petróleo, amén de emprender una campaña internacional para desprestigiar al Presidente mexicano.

Pero Cárdenas convocó a los ingenieros petroleros del país a evitar el colapso de la naciente industria petrolera mexicana.

Lograron crear tetraelito y echaron a andar las plantas petroleras.

Mientras, el General Cárdenas debía pagar la deuda a las empresas expropiadas y pidió la solidaridad de los mexicanos, cuyas masas acudieron al Palacio de Bellas Artes para donar dinero y hasta animales de crianza para que el país pagara esa deuda.

Toda esta suma de hechos memorables, de esta hazaña nacionalista, es parte de la herencia histórica del país y el discurso político oficial del PRI los colocó durante años como los cimientos del patriotismo mexicano.

En uno de los últimos discursos del presidente Lázaro Cárdenas, pronunciado ante el congreso de Guerrero el 20 de noviembre de 1940, el expropiador advirtió la existencia de fuerzas opresoras interesadas en revertir lo logrado con la nacionalización del petróleo:

“Por lo que atañe a la reivindicación de los derechos de la nación sobre el subsuelo y los yacimientos petrolíferos, el gobierno estima que en este camino de ningún modo se debe retroceder porque los procedimientos seguidos están apegados al fiel cumplimiento de los mandatos constitucionales, a la integración de la economía nacional, a la respetabilidad del Poder Judicial de la Federación y la soberanía de la República.

“Es, pues, un lamentable extravía que los opositores del régimen, vinculados con el interés de los explotadores del pueblo, quieran presentarse como portaestandartes de la causa de la patria y de la dignidad de la nación, porque sólo intentan una maniobra de orden político que seguramente no engañará ni desorientará a la conciencia nacional”, dijo Lázaro Cárdenas en aquella ocasión.

El concepto de la apertura
Manuel Gómez Morín y sus ideas serán retomadas en el debate petrolero, porque es el ideólogo fundador del Partido Acción Nacional (1939), hoy en el gobierno y con mayor número de diputados federales y senadores en el Congreso de la Unión.

Gómez Morín fue un intelectual contemporáneo de Lázaro Cárdenas.

Considerado uno de “los siete sabios” y siendo el más joven de ellos, sostuvo desde los años 20 la idea firme de que para cambiar al país la vía eran las instituciones.

Carlos Castillo Peraza, ex presidente del PAN y maestro del hoy presidente Calderón, lo describe en 1997 como “un hombre que descubrió, reconoció, aceptó, asumió, compartió y luchó por el perfeccionamiento de los valores implícitos en la Revolución Mexicana (...)”

El pensamiento de Manuel Gómez Morín de los años 40 está vigente por su visión de futuro y en “sus” legisladores: las bancadas más numerosas de la historia del partido que fundó.

También en “su” Presidente de la República, que se reconoce, más que ningún otro, como un estudioso y un discípulo de Gómez Morín.

Ocho días después, como presidente del recién nacido Partido Acción Nacional, Manuel Gómez Morin contestó al discurso del general Cárdenas advirtiendo que la nacionalización del petróleo no era suficiente para que México aprovechara íntegramente sus propios recursos naturales y que el derroche, el despilfarro y la corrupción, debían ser atacadas por el bien común de la nación.

“Estima el señor Presidente que no debe retrocederse en el camino seguido respecto al petróleo, pero no se limita a ello, sino que gravemente afirma que quienes no están de acuerdo con el procedimiento de su gobierno, ‘están vinculados con el interés de los explotadores del pueblo’.

Poco ha sido informado el pueblo de lo hecho en materia de petróleo, fuera de la expropiación misma.

“Respecto de la expropiación, todos los mexicanos deseamos ardientemente que el arreglo final defienda y garantice la dignidad y la autonomía de la Nación y no signifique un gravamen insoportable para el futuro.

En cuanto a la organización misma de la industria petrolera, es insostenible la afirmación de que no debe retrocederse en lo hecho por el régimen.

“Sí debe retrocederse, para que esa organización responda a las necesidades nacionales y a los fines nacionales que fueron invocados como su fundamento.

“Debe retrocederse en cuanto sea necesario para crear un sistema técnico, eficaz, de explotación y aprovechamiento de ese recuso natural que es de México; en cuanto sea necesario para evitar abusos, granjerías, favoritismos y derroches en la administración de la industria; para prestar a los consumidores en el interior el buen servicio a que tienen derecho y facilitar con una provisión abundante y barata de combustible, el desarrollo de la industria nacional...

“para rendir claras cuentas públicas de la gestión que en la industria se realice, para asegurar un mercado exterior estable al excedente de la producción que en México no se consume”, dice el documento que los legisladores del PAN también tienen como fundamento y que reconocen como “sumamente vigente pese a los años”.

Unión entre diputados federales
Leticia Robles de la Rosa y Cecilia García
En la discusión de finales de los años 30 respecto de la aprobación del decreto que expropia los bienes de las compañías petroleras extranjeras existen claves para entender la nueva discusión que se dará en los próximos días, los legisladores lo saben y por eso han rescatado del diario de los debates aquel que se dio en marzo de 1938.

Un ambiente de crisis y amenaza del exterior imperaba en el México de hace 70 años.

La necesidad de tener recursos para mejorar las condiciones de las clases campesinas y trabajadoras fue el motor para, pese a las presiones y amenazas de fuga de capitales que sintió el gobierno, nacionalizar la industria petrolera, según relatan los diputados protagonistas de aquella discusión en el número 49 del diario de los debates.

La versión estenográfica fechada entre los días 2 y 8 de marzo de 1938 da cuenta de una reunión de diputados pertenecientes al Bloque Nacional Revolucionario en la Cámara de Diputados de entonces, ubicada en la calle de Donceles en el Centro Histórico de la Ciudad de México, lo que hoy es la Asamblea Legislativa del Distrito Federal.

La sesión fue presidida por León García quien explicó la convocatoria a sus compañeros diciendo que es urgente la deliberación de los representantes del pueblo ante la “crisis revolucionaria” que aqueja al país. Una acción urgente de parte del parlamento era necesaria.

“Ayer, la Suprema Corte de Justicia de la Nación dictó un fallo que puede ser una cosa determinante en los destinos de la vida política, de la vida social y de la vida económica de México: ayer la Suprema Corte de Justicia de la Nación negó el amparo de las compañías petroleras, que siguiendo la política que el imperialismo se traza en todos los países del mundo trata de sojuzgar al gobierno revolucionario de México, retirando sus depósitos bancarios, aplazando sus operaciones en México y creando al gobierno de la República una situación financiera difícil y grave”, dijo el presidente de la sesión.

A los diputados se les pidió, entonces, que ante la gravedad de la situación no se resolviera con un “simple” voto de adhesión o simpatía al presidente Lázaro Cárdenas, sino que se plantearan soluciones concretas y trascendentales para sacar al país de lo se veía como una severa crisis.

Hubo quien propuso que los diputados que respaldaran a Cárdenas y sus propuestas nacionalizadoras pusieran al servicio de la nación sus dietas como legisladores, es decir, que, dado que el Estado entraría en un problema financiero serio por la fuga de capitales, los diputados dejaran de cobrar su sueldo.

El diario de los debates enlista una serie de intervenciones, todas de respaldo al entonces Presidente y pugnando por una “posición enérgica y valiente” de parte del Estado mexicano frente a los países cuyo imperialismo capitalista violentaba los triunfos de la Revolución Mexicana.

El diputado César Martino dijo en su turno: “Es preciso que entendamos que estas proposiciones deben tener como fin, llegar al pueblo mismo, a la masa de trabajadores, para que éstos se enteren de que el Bloque Nacional Revolucionario de la Cámara de Diputados está convertido en la trinchera en donde con toda justicia podemos desde ahora asegurar que ‘no pasarán los enemigos de la revolución’”.

Había que actuar rápido y hacerle entender al país que el respaldo a Lázaro Cárdenas era un respaldo a México. Los diputados referían revueltas en diversas partes del país por culpa de la opresión que las empresas extranjeras dueñas de las petroleras tenían hacia los obreros mexicanos.

La sensación de que había quien siendo mexicano conspiraba contra el gobierno y que también lo hacían extranjeros prendió las alertas para los legisladores que tenían ante sí los decretos de expropiación y las reformas legales para la explotación del petróleo.

“Para ustedes no es desconocido ni es una terquedad insistir que numerosos sectores enemigos del gobierno se vienen preparando solapada y calladamente, desde hace meses, contra el gobierno de la Revolución”, dijo el diputado Martino para luego enlistar a grupos como la Asociación Mexicanista Revolucionaria Jóvenes Católicos, entre otros.

“Ha venido comprobándose como una cosa cierta, y los campesinos de México saben perfectamente cómo en diversas partes del país, callada y solapadamente también se conspira contra el gobierno por elementos movidos precisamente en muchos casos, por las compañías petroleras a quienes se les dio un fallo en contra (...) lo urgente es que se haga saber por medio de un manifiesto a los trabajadores del país la verdadera situación por que atraviesa el gobierno del señor presidente Cárdenas, y los invite a estar con él, seguros como estamos nosotros de que los campesinos y obreros de México están listos para empuñar las armas en el momento en que el señor Presidente lo pida”, dijo el legislador.

México, al interior, se sentía amenazado por el mundo y dibujando el entorno internacional de la época —en la que México trazó una línea de política exterior que después se haría tradición, la acogida de refugiados españoles, el pacifismo, entre otros valores—, el diputado Miguel Ángel Menéndez Reyes explicó por qué el gobierno debía tomar el control del petróleo sin que hubiera otra alternativa.

“No sólo nuestra Revolución está en crisis, sino la Revolución Universal atraviesa por una severa crisis; y esto es así gracias al esfuerzo desesperado que el capitalismo hace para reunir en las manos dictatoriales de Mussolini y de Hitler toda la potencia ofensiva de un régimen caduco que tiende a desmoronarse…

“Valientes palabras las del magistrado Icaza, que concretando admirablemente el problema planteado, sostiene que es único el capital de los petroleros en el mundo: 85 mil millones de dólares, que se invierten abiertamente contra las posibilidades y los anhelos libertarios de México”, dijo Menéndez Reyes.

Ante la desobediencia pretendida por las empresas estadunidenses e inglesas a cumplir con el fallo de la Suprema Corte, que daba la razón a los trabajadores en huelga por la exigencia de sus derechos laborales, los diputados de la época documentaron la campaña de desprestigio a México emprendida por los medios de EU y que, dijeron, era financiada por los intereses afectados.

“Por lo que se refiere al fallo de la Suprema Corte de Justicia, creemos también que debemos demostrar nuestra solidaridad al más alto cuerpo judicial de México, a la coronación, a la cúspide de nuestra organización judicial.

“La Suprema Corte de Justicia ha abierto, en esta vez sí para siempre, una trinchera en la que todos nosotros estamos obligados a cuidar, a retener, y en la que cada uno de los mexicanos de responsabilidad, debe esconderse para defender a la Revolución Mexicana en sus más claras conquistas de derecho”, prosiguió Menéndez Reyes.

“Yo he visto en periódicos de EU, de alta circulación, propaganda pagada con oro petrolero, para desprestigiar a un líder que positivamente quiere al pueblo de México: Cárdenas, y a otro líder al que también positivamente quiere el pueblo estadunidense: Roosvelt”, dijo el legislador.

El rescate del petróleo mexicano significaba una lucha entre visiones, era dejarse colonizar o permanecer independientes según lo veían los diputados en 1938.

“El capitalismo se está jugando sus últimas cartas en el mundo, y en México se juega una carta definitiva del capitalismo mundial; en estos momentos todavía es una escaramuza, quizás mañana, o en pocos meses sea una batalla como la que se está librando en el frente español (refiriéndose a la Guerra Civil contra Franco que expulsó a españoles que se refugiaron en México).

“…En estos momentos México vive también una hora de crisis. El capitalismo mundial sabe que frente a México está el general Cárdenas, hombre decidido, hombre de línea recta… y en tales condiciones el capitalismo extranjero quiere por todos los medios a su alcance hacer que claudique el general Cárdenas, y no sólo que se retarde la realización de los postulados de la Revolución, sino que triunfen las fuerzas regresivas del país.

“La táctica del capitalismo petrolero es la misma táctica del capitalismo del plátano y la misma que trata de adoptar la American Smelting en México. Se trata de espantar al gobierno y al pueblo, se trata de halagar a la burguesía y desorientar a la clase media, haciéndole creer que el camino que ha seguido México es negro y que es necesario rectificar la conducta del presidente Cárdenas”, dijo el diputado Francisco Arellano Belloc.

Para los diputados mexicanos y para el gobierno Cardenista era una buena noticia que el presidente Roosevelt en vez de protestar por las “agresiones” a los intereses de sus connacionales en México, enviara felicitaciones al presidente Cárdenas, y mensajes en los que lo saludaba como “libertado de la oprimida economía mexicana”, según relata José Vasconcelos, historiador contemporáneo.

En una larga sesión, los diputados analizaban textos periodísticos publicados en el diario New York Times y del Saturday Evening Post en donde reporteros extranjeros que llegaban a México publicaban allá la versión de que todo en nuestro país era un caos respecto a la política económica.

El diputado Mora Plancarte hizo uso de la tribuna para, con esos antecedentes de presión internacional, fijar una posición que en su consideración debía ser la que adoptaran todos en el país.

“La Cámara de Diputados de México en las cuestiones internacionales ha sostenido un criterio absolutamente legalista, desde el conflicto surgido entre el fascismo italiano, y su actitud ha sido un timbre legítimo de orgullo.

“Esa actitud viril de México no podía menos que provocar las iras del imperialismo de todos los países y del capital que, como lo ha dicho Miguel Ángel Menéndez en esta Cámara, esa ira ya la estamos sintiendo al ver la tenacidad con que las compañías petroleras, que son el capital mejor organizado del mundo, están defendiendo, no un puñado de pesos, no unos cuantos miles de pesos que para esas compañías tan fuertes nada significan, sino una posición injusta dentro de México.

“Esta XXXVII Legislatura, al asumir el papel histórico que también le corresponde, poniéndose de lado de Cárdenas para respaldarlo en forma definitiva, debe tratar en concreto el problema que tenemos enfrente por esa actitud del capitalismo petrolero. Vengo a proponerles, compañeros, que esta legislatura no sólo ofrezca su respaldo incondicional y definitivo al general Cárdenas, sino también a los camaradas trabajadores del petróleo, que en estos momentos están amenazados en forma velada por las compañías, de desocuparles al retirarse de México.

“… A los trabajadores del petróleo, que no teman la salida del capital extranjero; que la riqueza de México no radica en los millones de pesos invertidos por las compañías petroleras, sino en el oro negro que tiene en sus entrañas.

“Que las compañías petroleras sepan de una vez por todas que la amenaza de retiro estaba prevista por los que hemos seguido atentos este problema, y que sabemos que nada perdemos con que se retiren, porque como llevo dicho, la riqueza producida por el petróleo no viene de los millones de pesos invertidos sino de lo que hay en el subsuelo de México, que pertenece exclusivamente a nuestro pueblo y que no ha sido comprada ni podrá ser jamás, con el oro que esas compañías han invertido”, dijo Mora Plancarte en la antesala de la aprobación del decreto expropiador.

Días después, el 8 de marzo, en sesión celebrada en la Cámara de Diputados, los 95 legisladores asistentes escucharon de voz de Miguel Ángel Menéndez Reyes, un relato periodístico de la reportera Elvira Várgas reproducido en El Nacional.

El relato revelaba una conversación entre la periodista y el señor Hume, jefe de personal de la empresa El Águila, a quien se le revocó la concesión de explotación del petróleo.

La reportera preguntó al extranjero por qué la compañía no cumplía la ley mexicana dotando a los trabajadores de los beneficios que marca la legislación, construyendo por ejemplo, casas dignas para ellos.

—Usted comprende que lo que a nosotros nos interesa es sacar petróleo de México, para eso hemos venido, para eso yo personalmente he sufrido estos climas desde 1925. Las empresas no somos casas de beneficencia —dijo Hume.

—No se trata de que sean casas de beneficencia, sino de que cumplan ustedes con las leyes del país, como cualquiera tiene que cumplir las leyes del país donde esté y todavía si explota las riquezas de éste —interrumpió la reportera, según el diario de los debates.

—Es que esas leyes nos perjudican. Ya están ustedes los mexicanos siendo demasiados socialistas; antes eran más conscientes. Es que los trabajadores pueden seguir viviendo como antes de que hubieran campamentos petroleros, en sus chozas, o como quieran y puedan, en cuevas o como sea. En eso nada tenemos que ver nosotros —respondió el extranjero.

La conversación publicada es escuchada por los diputados, al cierre de ésta se encuentra lo que sería considerado más grave: el enfrentamiento con la institucionalidad.

—Los trabajadores deben reaccionar y dedicarse a trabajar, que es para lo que los hemos contratado; peor será para ellos que para nosotros una expropiación, por ejemplo, en caso de que la Suprema Corte cometa en la decisión del amparo, una torpeza —dijo el señor Hume.

Ese clima de deliberación parlamentaria, allanó el camino para aceptar sin reservas, el decreto de expropiación publicado el 19 de marzo de 1938 y las posteriores reformas legales para la protección de la nueva industria nacional petrolera.