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| ---- Mouriño --- | |
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HAISHA Master
Cantidad de envíos : 3732 Edad : 59 Localización : Xalapa Fecha de inscripción : 10/12/2008
| Tema: ---- Mouriño --- Sáb Feb 14, 2009 11:24 pm | |
| Juan Camilo Mouriño Por Miguel Ángel Granados Chapa
Eficaz desde la discreción de la Oficina de la Presidencia, exponerlo a la atención pública en la Secretaría de Gobernación en enero pasado mostró la vulnerabilidad del amigo de Calderón, al punto de que quizá estaba próximo a ser relevado
Excepto Héctor Pérez Martínez, nunca murió un secretario de Gobernación en el desempeño de su delicada función, hasta que Juan Camilo Mouriño perdió la vida al caer el avión en que viajaba con José Luis Santiago Vasconcelos. Pérez Martínez había sido gobernador de Campeche, el estado adoptivo del ahora finado sucesor suyo. Secretario de Gobernación de Miguel Alemán, y tempranamente señalado como precandidato presidencial, sólo despachó en Bucareli 14 meses y medio, pues falleció de muerte natural el 13 de febrero de 1948.
Mouriño permaneció menos tiempo en esa oficina que su virtual paisano. Nombrado secretario el 16 de enero pasado, apenas duró 300 días en el cargo. Habría sido más breve su desempeño si la fragilidad política que padeció desde su nombramiento no la hubiera suplido el firme apoyo que le brindó el presidente Felipe Calderón que en su responso del martes encomió en su amigo y colaborador virtudes que una amplia gama de voces públicas no vieron nunca o habían dejado de ver en él.
Cercanos durante menos de 10 años (se hicieron amigos a partir de 2000, cuando fueron diputados federales en el numeroso grupo panista en la LVIII Legislatura que encabezó el ahora Ejecutivo), Mouriño desplazó en el ánimo de Calderón a panistas de cuño más antiguo, amigos también de más vieja data del ahora presidente de la República. Pero, si se atiende a los chismes palaciegos que alcanzaron estatus público en semanas recientes, Calderón había llegado al punto de prescindir de su colaborador querido. Apenas el 30 de octubre Mouriño mismo había salido al paso del persistente rumor que lo colocaba ya fuera del palacio de Covián. Dijo que seguía en su cargo, "trabajando con la misma convicción, con el mismo nivel de compromiso y con la misma decisión, de ser parte de esta generación política llamada a transformar el país y de un gobierno que trabaja todos los días por conseguirlo".
La proximidad de Calderón y Mouriño, expresada continuamente durante el primer lustro de esta década, no interrumpida sino afianzada en el año y medio del infortunio político del ahora Presidente (el que medió entre su renuncia a la Secretaría de Energía y su triunfo en la contienda por la candidatura presidencial del PAN) había llegado a su culminación. Fue manifiesto el poder que Calderón le confirió al reconstruir la Oficina de la Presidencia, dotada de mayores facultades formales y reales que la ejercida al máximo por José Córdoba en tiempos de Carlos Salinas. Actuaba desde allí como una suerte de vicepresidente o jefe del gabinete, no sólo del staff personal que rodea al Ejecutivo, sino del integrado conforme a la Constitución. Paradójicamente, su fuerza decisoria decayó al ser nombrado secretario de Gobernación, no obstante que la intención presidencial pareció la contraria para situarlo como el principal aspirante a la todavía remota sucesión presidencial de 2012.
Al salir de la eficaz discreción con que se movía en Los Pinos y quedar expuesto a la atención pública como miembro formal del gabinete, se discutió su nacionalidad. Nacido en Madrid en el seno de una familia gallega (que retornó a su solar nativo después de construir una fortuna enorme en menos de tres décadas y que ayer se afanaba en llegar a las exequias de su hijo sobresaliente) no quedaba clara su elegibilidad como secretario de Estado, pues la Constitución es rigurosa respecto de la nacionalidad de tales colaboradores del Ejecutivo. Explicado formalmente el cumplimiento del requisito constitucional quedó claro también el ambiguo uso del doble pasaporte que poseyó por lo menos durante el tiempo de sus estudios en la Universidad de Tampa. Permaneció por lo tanto vigente la duda de su idoneidad para un cargo que reclama experiencia y conocimiento profundo de la historia y la política mexicana.
Fue de mayor gravedad y trascendencia el descubrimiento de un conflicto de intereses que protagonizó siendo presidente de la Comisión de Energía de la Cámara. Lo documentó la reportera Ana Lilia Pérez en la revista Contralínea, apenas al mes siguiente del nombramiento de Mouriño. Pero le dio proyección política y tono denunciatorio la exhibición de los contratos hecha en asamblea pública por Andrés Manuel López Obrador, que entregó la documentación a diputados que sólo la manosearon. Pero fue inequívoco, reconocido a la postre por el propio secretario, el hecho de que Mouriño representaba ante Pemex los intereses de su familia, dedicada entre otros giros al transporte y venta de combustibles, al mismo tiempo que en su función legislativa se ocupaba de temas relacionados con esa empresa pública.
Mouriño trastabilló. Dejó ver sus inseguridades, y quedó inhabilitado para la gran operación política en que debía participar: concertar con el PRI la reforma energética. Durante sus meses en la Oficina de la Presidencia había mostrado capacidad para entenderse y aun hacer amistad con los dirigentes reales y formales del antiguo partido del gobierno, con los que departía socialmente. Pero ya no pudo figurar en el largo proceso de la reforma, en que aparecieron protagonistas indeseables y no previstos en la negociación original.
Dejado al margen de ese proceso, no estuvo lejos de la atención pública. Requerida información sobre la fortuna de su padre, la Procuraduría General de la República buscó proteger la reputación de la familia negando acceso a un expediente que finalmente debió entregar al IFAI. En eso estaba Mouriño a la hora de su muerte.
Cajón de Sastre Nunca se ha reconocido que fueron provocados (quizá porque no lo fueron) accidentes de aviación en que murieron miembros de la clase política. El más antiguo en nuestra memoria es el de Gabriel Ramos Millán, álter ego del presidente Miguel Alemán desde sus días de estudiantes y de fraccionadores en Cuernavaca y la Ciudad de México. Murió el 26 de septiembre de 1949, al estrellarse cerca del Popo el avión de pasajeros en que también viajaba Blanca Estela Pavón. Respecto al accidente en que al llegar a Monterrey murieron, el 4 de junio de 1969, Carlos Madrazo y su esposa, muy tardía y vagamente su hijo Roberto lo ha definido como atentado. Lo hizo después de su derrota en 2006, sin que se animara a denunciarlo legalmente o a demandar una investigación de que se encargara una comisión independiente. | |
| | | HAISHA Master
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| Tema: MARIZA Sáb Feb 14, 2009 11:26 pm | |
| El dêja vú del Campo Marte Jueves, 6 Noviembre, 2008
• El Nintendo del Lear Jet • El dolor anónimo…
Los hombres parecen tener más carácter, mi estimado, cuando siguen su temperamento que cuando siguen sus principios. El original clima de los caminos de incertidumbre política y financiera a raíz del ¿accidente? en donde falleciera el entonces titular de Gobernación y el ex titular de la SIEDO, junto con siete funcionarios más, esboza un escenario convulso y muy delicado pronosticando además un futuro inmediato complicado.
Sobre todo porque la inexorable recomposición interna en el (des)gobierno federal, donde se deberá redefinir (eso en el entendido si es que alguna vez ha estado definida) la ruta crítica de la administración de cara al inicio de su tercer año… que se enfila rumbo a la tormenta perfecta del 2009.
Porque aquí, my friend, hay varias cuestiones que vuelven a relucir ante la magnitud de la crisis y su… nulo manejo y el patético control de daños que debieron darse desde los primeros minutos en que se conoció el explosivo acontecimiento.
Ya que, como de costumbre documentando el optimismo del pasmado respetable, el manejo en la política de (in)comunicación presidencial se sumó el divertido juego del Nintendo (DS, of course) en que se incurrió el día de ayer para explicar la ruta del Lear Jet oficial antes de desplomarse sobre una zona privilegiada de la capital y a una prudente distancia de… Los Pinos.
Varias planas de los principales diarios nacionales daban cuenta del lamentable suceso abriendo la ocurrente rendija de la especulación alrededor del sabotaje y de las dudas, lo que significa, en primer lugar, que el Gymboree presidencial careció del oficio básico en el manejo de la crisis mediática donde la confusión, el descontrol en el manejo de datos y las muy originales contradicciones sobre la comunicación del aparato con los controladores aéreos, desencadenaron el efecto colateral de la cascada de volatilidad e incertidumbre que, más allá de las causas externas, golpeó de lleno la línea de flotación en la BMV que acusó recibo del monumental desmadre y descontrol que no puede ser sustraído del contexto de la mal llamada guerra contra el organizado crimen.
A esto se suma la imagen de derrota y miedo (que nada tiene que ver con la deducida consternación ante su irreparable pérdida) de Felipe Calderón ante las cámaras donde el lenguaje corporal, amable lector, dijo más que cien palabras. Resaltando una frase como la de más trascendencia: tragedia que será investigada a fondo. La ingenua pregunta que de inmediato surgió fue la singular razón por la cual en su discurso no se utilizó la palabra “accidente” y con esto sellar, aunque hubiera sido temporalmente y por 24 horas, los resquicios mediáticos de la especulación —que con el desordenado bombardeo aún se sigue fomentando–, y de ahí establecer un punto de partida para comenzar con el control de daños en los diversos medios y el envío de mensajes claros y contundentes.
Hoy, que en el Campo Marte regrese el estupendo fantasma del dêja vú foxista con el caso de Ramón Martín Huerta en el funeral de Estado para el ex titular de Bucareli y del ex director de la SIEDO, comenzará una agitada etapa (porque aún falta la culminación del efecto dominó del tsunami rojo) de balances y contrapesos domésticos de cara al futuro. Donde o se arregla, rediseña y/o se determina la táctica y la estrategia integral… o las decisiones, my friend, comenzarán a ser tomadas por otros.
Felipe debería seriamente considerar un gabinete de crisis, un discurso políticamente distinto e incluyente para enfrentar los desafíos políticos, económicos, sociales y de seguridad que con su Gymboree de improvisados no se perciben como a day in the fucking park. Los discursos poco creíbles desplegados por los titulares de la SRE, Economía (en autopartes) y de Hacienda para tranquilizar las aguas internacionales no han tenido fondo en el banco del ánimo. Sumado a la danza de los vacíos generados por el pasmo, el miedo, la incertidumbre, la confusión, el dolor… la desconfianza y el fracaso que de inmediato son arrebatados y llenados, fomentan la invitación al caos.
Y este caos, my friend, ya está siendo aprovechado… here & there.
Por la Mirilla
¿Las víctimas de aquellos inocentes capitalinos cuyas familias anónimas viven también el dolor de una irreparable pérdida no merecerán una atención o algunas líneas en el aparato oficial y de los usual media suspects…? | |
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| Tema: MARIZA Sáb Feb 14, 2009 11:27 pm | |
| Como Colosio, Mouriño murió insultado Jueves, 6 Noviembre, 2008
El trabajo del periodista es también recordar. Juan Camilo Mouriño murió insultado.
Que quede constancia que muchos de quienes se autoproclaman pensadores de la izquierda progresista lo trataron de hacer pedazos por ser gallego, gachupín.
Mouriño: el arquitecto del triunfo de Felipe Calderón en las elecciones de 2006 (según su compañero, amigo y hoy presidente del PAN, Germán Martínez). Algo que jamás podrían perdonarle los mezquinos ni los enemigos.
Mouriño: blanco de una tautología de verdades a medias y mentiras redondas en la que son tan expertos los imbéciles.
Mouriño: llegó demasiado pronto, y demasiado mal, a la Secretaría de Gobernación.
Nunca, y aquí el nunca es literal, pudo reponerse del misil de los contratos familiares en Pemex que certeramente le lanzó López Obrador.
No fue un político hábil.
Cuando murió, un plantón de 200 antorchistas llevaba un mes obligándolo a entrar al Palacio de Covián por la puerta de servicio.
Murió joven, como los héroes. Por eso también su muerte es un presentimiento shakespeareano: la sombra del destino que se acerca. El 2006, los contratos de Pemex, la guerra contra el crimen, los golpes de septiembre y octubre contra el crimen, el jet que cae en Periférico y Reforma. El encono, el odio patriótico.
Mouriño, como Colosio, murió en la hora de los escalofríos. Como Colosio, pasó en un instante de las arenas movedizas al panteón de los grandes mitos de la política mexicana. Quién iba a decir que el destino de su biografía fuera convertirse en literatura. Inexorablemente, diría Onetti, la imaginación de muchos terminará haciendo la literatura que él, discretamente, escribió sólo viviendo. | |
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| Tema: STRONCIUS Sáb Feb 14, 2009 11:27 pm | |
| Todos los demás funcionarios no merecían ni siquiera ser llevados a donde estaba Mouriño. Mouriño murió como un gran hombre y con un buen discurso presidencial de bienaventuranzas. Ahora hay que pedir al Bati-cano que lo beatifique para que sea el santo de Campeche. | |
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| Tema: ALMA REBELDE Sáb Feb 14, 2009 11:28 pm | |
| Resulta realmente curioso el sentir de los mexicanos...ya que mientras algunos "politicos" le regatean al finado Secretario de Gobernacion el reconocimiento de alguna cualidad; los jovenes en la red, por el contrario: se deshacen en elogios hacia su persona; reconociendole principalmente aquello de que "uno no es del lugar en el cual nace, sino del lugar en el que crece y adopta como suyo"). Es el caso del hoy desaparecido Secretario: los jovenes en la red admiran el hecho de que el -a los 18 a♫os- decidio ser mexicano, renunciando a la doble nacionalidad. Si no me crees, navega por la red y confirma mis palabras. Adios, P.D. Cuantos priistas harian lo mismo que hizo el Secre de Gob?</INPUT> | |
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| Tema: MARIZA Sáb Feb 14, 2009 11:38 pm | |
| En que parte de la red hay eso que dices Alma?
Después del martes Por Miguel Ángel Granados Chapa
Para referirse al acontecimiento que derivó en la muerte de Mouriño el gobierno ha utilizado un doble lenguaje. Mientras por un lado insiste en que se trató de un accidente, distintas acciones parecieran estar investigando un atentado Dedicado a procesar su duelo personal por la muerte de su amigo Juan Camilo Mouriño, el presidente Calderón ha dejado para después la designación de quien sustituya al secretario de Gobernación muerto el martes pasado cuando el avión en que viajaba vino a tierra inesperadamente. Desde la primera oración fúnebre, la noche de la tragedia, ha puesto el acento en su pesar personal, y en expresar condolencias a las familias Mouriño Terrazo y Mouriño Escalante. Dejó para el último párrafo de su discurso la obligada referencia al futuro: "en su momento haré saber a los mexicanos las decisiones de gobierno correspondientes".
Si no lo ha hecho este fin de semana, tendrá que hacerlo cuanto antes. No es una designación urgente (y además, por disposición reglamentaria y decisión presidencial el subsecretario Abraham González Uyeda se encarga del despacho de los asuntos ordinarios), porque son más acuciantes que la política las crisis económica y de seguridad que afectan al país. Ciertamente hay graves problemas de gobernabilidad o gobernanza: la red de derechos humanos "Todos los Derechos para Todas y Todos" registra más de 600 conflictos locales dispersos en todo el país. Pero el gobierno federal no ha querido asumir el conjunto de esos problemas como un fenómeno político a ser enfrentado mediante una estrategia democrática sino que, cuando más, pretende sofocar los conflictos mediante la represión, cuya práctica corre a cargo de dependencias distintas de Gobernación (Defensa Nacional y Seguridad Pública). Por eso en la perspectiva gubernamental sería necesario sustituir de inmediato al secretario de Hacienda en caso de una falta súbita y no lo es al de Gobernación.
Aunque las circunstancias hayan cambiado abruptamente por la desaparición de Mouriño y el modo en que ocurrió, quizá perdure la decisión sobre quien lo reemplace si se había llegado a la de removerlo. Si se dan por ciertas informaciones difundidas a través de columnas periodísticas que se nutren de confidencias palaciegas, los días de Mouriño en Bucareli estaban contados. Según unas versiones, se le incluiría en un reajuste del gabinete al cumplirse dos años del gobierno, el próximo 1o. de diciembre, con el propósito de emprender una nueva etapa. Según otras sería únicamente el secretario de Gobernación quien abandonaría su cargo. Y hasta se habló de quiénes podrían ocupar su lugar: la secretaria de Educación, Josefina Vázquez Mota, a quien las conjeturas previas al inicio del gobierno en 2006 ubicaban en Bucareli; y Juan Molinar Horcasitas, director del Instituto Mexicano del Seguro Social. La mención de esos nombres provocó en Gobernación una desdeñosa referencia al "fuego amigo" y a simples buenos deseos. Pero no había allí certidumbre de que la fuente de esas filtraciones no fuera más alta, Los Pinos precisamente.
Tras el fallecimiento de Mouriño, varios panistas han propuesto para reemplazarlo a Diego Fernández de Cevallos, o lo han mencionado como posible secretario. Se citan sus habilidades para la concertación política. Las posee sin duda, y las mostró como consejero de Luis H. Álvarez en la coyuntura de la primera elección de Vicente Fox, en 1991, proceso que él se encargó de llevar adelante y culminó con la designación de un gobernador interino panista. Pero fue más amplio y trascendente su acuerdo con Carlos Salinas, cuya legitimidad había sido puesta en duda por su partido, que se tradujo en reformas constitucionales en materia agraria, educativa y eclesiástica practicadas durante el tiempo en que Fernández de Cevallos encabezó al grupo panista en la LV Legislatura, de 1991 a 1994, año este último en que fue candidato presidencial.
Es remota la posibilidad de que ingresara al gabinete. Calderón provocaría un conflicto en su propia familia si lo hiciera secretario de Gobernación. Su hermana Luisa María se avino de mal modo, cuando fue senadora entre 2000 y 2006, a que su grupo lo encabezara Diego, cuyas prácticas repudiaba. Llegó al punto de iniciar una ley que por la claridad de su destinatario fue llamada con el nombre del Jefe Diego, destinada a impedir o castigar la mezcla del oficio de legislador con el de litigante privado, en que el queretano es maestro. Sería muy grave para la salud de la República instalar en Bucareli un despacho de gestoría privada, calificado por su aptitud para ganar en tribunales o directamente ante Hacienda la devolución de grandes sumas de impuestos pagados. Sería igualmente grave consagrar de ese modo la práctica de maniobras alevosas como la que correspondió a Fernández de Cevallos en la urdimbre con que el gobierno de Fox, con la complicidad de los Carlos Ahumada y Salinas, pretendió atacar a Andrés Manuel López Obrador en la fase previa a su desafuero, etapa a la que se llegó tras el fracaso de la operación desprestigiante (la de los videos denunciatorios de corrupción en el entorno del jefe de Gobierno) en que Diego fue hombre clave.
Tras la tragedia del martes, amén de seguir la tradición necrofílica mexicana según la cual la muerte embellece a las personas, el gobierno ha empleado un doble lenguaje respecto de la naturaleza de aquel acontecimiento. Con palabras insiste en que se trató de un accidente, y a probarlo se encamina la estrategia de comunicación encabezada por el secretario de Comunicaciones Luis Téllez, a quien traicionan sus deslices verbales. Pero en los hechos actúa como si investigara un atentado, sin detenerse en la estricta legalidad de sus actos. Agentes de la mal llamada Policía Federal, que no tiene formalmente capacidades de investigación, pasaron la noche del jueves al viernes en la Dirección General de Aeronáutica Civil y salieron de ella con documentación probablemente relacionada con la caída del Learjet en que viajaban Mouriño, el ex subprocurador José Luis Santiago Vasconcelos y personal de Gobernación. Sin ambages el flamante comisionado interino de esa corporación (apenas el martes mismo entró en funciones) dijo que "la diligencia que realizaron los agentes federales forma parte de las investigaciones que se desarrollan sobre el desplome de la aeronave" (Reforma, 8 de noviembre). En circunstancias normales bastaría solicitar a Gilberto López Meyer, director de aeronáutica civil (y participante en el grupo de informantes encabezado por su jefe Luis Téllez), la documentación que se estime pertinente, en vez de sacarla de una oficina pública en ausencia y por lo tanto sin control de funcionarios responsables.
Igualmente refuerza la idea, no dicha, silenciada, de que pudo tratarse de un atentado, la inmediata reacción militar. Apenas se supo del desplome del avión, tropas acantonadas en San Luis Potosí cercaron el aeropuerto de esa ciudad, de donde había partido el vuelo menos de una hora antes. Se encargó también a militares reforzar el resguardo de domicilios de la familia Mouriño. Y el hecho de velar a Santiago Vasconcelos en un recinto castrense además de subrayar la identificación del ex subprocurador con el Ejército habría tenido la intención táctica de proteger el velatorio, algo que no hubiera podido hacer directamente el Ejército en una funeraria civil.
La muerte súbita de Mouriño terminó con el sueño de sus allegados, posible sin duda hasta enero pasado, de que en 2012 fuera candidato presidencial panista y acaso hiciera permanecer a su partido en Los Pinos. En la misma noche de su fallecimiento, en cambio, el mundo entero asistió a la consumación de otro sueño, la llegada de un norteamericano que no tiene la tez blanca a la casa presidencial de ese color. No se eligió al senador Barack Obama por ser negro, pero serlo no fue obstáculo para que millones de ciudadanos lo tuvieran como el protagonista de un momento histórico en la vida de Estados Unidos.
Apenas horas después de su victoria, Obama comenzó la ardua tarea de convertir sueños colectivos, y sus propias promesas, en realidades. Con la abrumadora legitimidad de un triunfo que no requiere declaración formal para tener vigencia, luego de integrar un mínimo grupo de trabajo, el futuro presidente de Estados Unidos estableció el primer contraste con la política de su predecesor. En vez de sólo apoyar a los grandes consorcios en apuros, Obama anunció un plan de rescate a la clase media "que está viendo cómo sus salarios se reducen y sus ahorros desaparecen". | |
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