Anular el voto o no, es una decisión personal y muy respetable. Sin embargo, estoy convencida que no basta para que los partidos políticos se den por entendidos de que, si algún día representaron a alguien, hoy definitivamente NO representan a nadie.
Se creen (porque en este momento lo son) amos, dueños y señores del universo político mexicano. Con las últimas reformas en materia electoral se aseguraron que nadie más que ellos pudiera tener la más mínima injerencia, es decir, se hicieron dueños de la cancha, del balón y del arbitraje y para colmo hay que pagarles el uniforme y hasta “las aguas”.
Yo ya estoy harta de que sólo volteen a ver al elector cuando necesiten el voto y después, si te vi, ni me acuerdo. Parece que la curul tiene un efecto amnésico en las y los legisladores. Se olvidan de sus promesas y de sus obligaciones, se olvidan que llegaron ahí por el voto de la gente, se olvidan de que sus dietas las paga el pueblo y se olvidan que viven en México.
Probablemente sea el sueldo que perciben (además de apoyos, celulares, automóviles, viáticos y demás prebendas) que les hace creer que viven en el País de las Maravillas, en donde nunca pasa nada malo, donde todo va bien, en donde las cosas “se van resolviendo”.
Definitivamente el sueldo que perciben no lo devengan, por cada legislatura, a cada diputado se le paga (únicamente por concepto de dieta) más de 4.5 millones de pesos. En un país donde el sueldo mínimo es de 1,600 pesos mensuales, ellos, por dormir en sus curules (martes y jueves durante seis meses al año) se otorgaron 79 veces el salario mínimo. En países como España, los legisladores ganan no más de 9.5 veces el salario mínimo ¿creen ustedes que los diputados estarían dispuestos a ganar alrededor de 15 mil pesos mensuales?
Pero aquí no termina el todo, a nivel federal el Congreso se compone de 500 diputados y 128 senadores. De los 500 diputados, el 60%, son elegidos al haber ganado en las votaciones de cada distrito electoral, es decir, por votación directa del ciudadano. Los otros 200 diputados son plurinominales, lo que significa que jamás hicieron campaña y que están en ese cargo por ser “los consentidos de sus partidos”. Con los senadores ocurre lo mismo, la única diferencia es que cambia el porcentaje, son únicamente el 50%, es decir 64 senadores.
La grandiosa idea de los representantes plurinominales se debe a que en épocas en las que el PRI “ganaba” todas las elecciones, los partidos de oposición se quejaron de no tener ninguna representatividad en el Congreso, por lo que en una gran muestra de “maicear democracia” se inventaron esta figura extraña del plurinominal, asegurándose matemáticamente, seguir teniendo la mayoría.
La anquilosada figura del plurinominal corresponde a un México en el que ya no estamos viviendo, pero como es de suponerse, ellos no se han dado cuenta, o sí, pero es un enorme negocio, SU ENORME NEGOCIO. Los plurinominales significan, únicamente por el rubro de dietas, casi 400 millones de pesos al año, 1,200 millones de pesos por legislatura. ¿Cuántas escuelas u hospitales pueden construirse con este dinero?
Y por si esto fuera poco, ningún congresista tiene la obligación de rendir cuentas de lo que hizo durante tres o seis años ya que no existe la reelección inmediata, y el ciudadano no tiene la opción de decirle a su representante si hizo o no hizo las cosas para las que se le eligió. Así que a final de su periodo, muchos de legisladores “piden licencia” para ir en busca del “nuevo hueso”.
En fin, la propuesta que tenemos es clara:
Salir a la calle con las siguientes Iniciativas de reforma para que la gente se adhiera suscribiéndolas:
1. Reforma Constitucional para la eliminación de plurinominales. Reducir el Congreso Federal a 300 diputados y 64 senadores y lo mismo en los Congresos Locales de los Estados y Asamblea de Representantes en el D.F.
2. Reforma Constitucional para crear las figuras de Referéndum, Plebiscito e Iniciativa Ciudadana.
3. Reforma Constitucional para obligara a Senadores, Diputados Federales y Locales y Presidentes Municipales a rendir cuentas lo que también supone la reelección inmediata, mediante el voto, de estos cargos.
Cuando digo salir a la calle a pedir la firma de los ciudadanos, me refiero a literalmente estar en las explanadas con papel y pluma en mano para que la gente, si está de acuerdo con estas reformas, si está en desacuerdo con el panorama político que tenemos el día de hoy, estampe su firma y exija al Congreso que se hagan estos cambios mínimos que necesitamos.