¿QUIÉN PECO, JUÁREZ O EL PARTIDO LIBERAL?
Opina Francisco Bulnes
"Fueron enemigos de Juárez: Generales Jesús González Ortega, Porfirio Díaz, Mariano Escobedo, Florencio Villarreal, Santos Degollado, Pedro Ogazón, Leandro Valle, Ramón Iglesias, Felipe Berriozábal, Epitacio Huerta, Nicolás Régules, Vicente Riva Palacio, Manuel Márquez de León, Donato Guerra, Patoni, Gerónimo Treviño, Francisco Naranjo y otros muchos que no menciono, pues mi argumento sólo necesita de los jefes más renombrados del partido liberal, cuyos nombres acabo de dar. En la esfera civil, Juárez tuvo como enemigos políticos á los señores Manuel Doblado, Manuel María de Zamacona, Miguel Lerdo de Tejada, Sebastián Lerdo de Tejada, Manuel Romero Rubio, Justino Fernández, Antonio Tagle, Protasio P. Tagle, Justo Benítez, Ignacio Ramírez, Ignacio Manuel Altamirano, Joaquín Cardoso, Manuel Ruiz, Guillermo Prieto, Emilio Velasco, Eleuterio Ávila, Joaquín Alcalde, Trinidad García, José Eligio Muñoz, Ezequiel Montes, León Guzmán, Ramón Guzmán, Ignacio L. Vallarta.
Es forzoso admitir que el partido liberal era una masa de canallas con solo un hombre virtuoso, Juárez, víctima de la profunda maldad de las más brillantes eminencias liberales, ó que Juárez incurrió en responsabilidades muy graves ante el partido que lo había elevado, pues la mayoría nacional formada de católicos inertes los más, siempre detestaron á Juárez y jamás han creído en su grandeza moral y política como gobernante.
La responsabilidad de Juárez ante su partido, fué decidirse á oprimirlo, diezmarlo por hecatombes, degradarlo por corrupción, y emprender su exterminio cuando este partido creyente sincero en las instituciones democráticas resistía á las reelecciones de Juárez, que sólo justificaba una desenfrenada ambición personal...
Juárez no se preocupó de convencer á su partido de que la democracia era imposible, de que sólo una dictadura enérgica, honrada, inteligente y temporal podría salvar á la nación; dictadura basada en elementos económicos capaces de engendrar un gobierno institucional en el porvenir. Juárez ni siquiera se preocupó de colocar al pueblo en buenas condiciones de abyección para sujetarlo sin desangrarlo, sin elevar la crueldad al rango de ley y la destrucción de los liberales indomables al rango de necesidad ineludible para la conservación del orden. Juárez se conformó con obsequiar cada cuatro años á su patria con una tremenda guerra civil, sobre el tablado de un inmenso patíbulo y sin más objeto que colocar su impasible personalidad en la fosa de las libertades públicas y de los ideales democráticos. Después de 1867, la nación sólo debe a Juárez miseria en todas partes, anarquía en el gobierno, debilidad tuberculosa en la política, corrupción como procedimiento de adhesiones, ideales de opresión; un sonido continuo de borrasca, una vibración permanente de apostasía, una atmósfera pesada de favoritismo, una infeliz administración de camarilla; y sobre todo, la guerra civil permanente, reglamentaria, necesaria, odiosa, sangrienta, sin cuartel, sin perdón, sin límites. No se puede culpar á los que turbaron la paz pública, porque estaban en su derecho; para condenarlos es preciso probar lo imposible y es que Juárez era el mandatario legítimo, salido de la libre voluntad del pueblo mexicano.
No es posible admitir que todos esos grandes enemigos de Juárez, honra de México, glorias del partido liberal y obreros infatigables de nuestra independencia y civilización, hacían la guerra a Juárez, cegados por sus pasiones, podridos por sus vicios, macerados por sus delirios, consumidos por aspiraciones de galeotes, deshonrados por manchas de lóbrega maldad, embrutecidos por tenebrosos instintos".
Se encuentra en "El Verdadero Juárez", Francisco Bulnes, págs. 866 a 869