Ridiculo internacional de MALO

Daña AMLO al PRD con mentiras sobre alianza con el PAN en 2012: Ortega

Jesús Ortega

Andrés Manuel López Obrador le hace daño al Partido de la Revolución Democrática (PRD), con actitudes “anacrónicas y posiciones extremistas” que la ciudadanía rechaza, afirmó Jesús Ortega, líder nacional de ese instituto político.

En entrevista con Noticias MVS, Ortega Martínez subrayó que mientras siga al frente del PRD y una vez que deje el encargo, el próximo 19 de marzo, combatirá todo intento, incluso interno, de desunir a los perredistas, con miras a la definición del candidato presidencial para el 2012, proceso en el cuál, se comprometió a mantenerse imparcial.

El también integrante de la corriente mayoritaria en el Sol Azteca, Nueva Izquierda (NI), Jesús Ortega, rechazó los señalamientos de que ese instituto político está al borde de la fractura.

Aunque admitió que el PRD corre un riesgo real de ruptura, dijo que depende de todas las corrientes políticas mantener la unidad. Es por eso, subrayó, que en cuanto el ex Jefe de Gobierno del DF presentó su solicitud de “licencia temporal”, la Comisión Política resolvió pedirle que la retirara.

Tras reconocer que la imagen del PRD es la de un partido inmerso en constante confrontación, matizó el hecho al señalar que esa percepción es más bien un prejuicio que se combate con el esfuerzo por lograr la unidad interna.

Jesús Ortega lamentó que López Obrador divulgue la idea de que la consulta sobre una posible alianza con el PAN en el Estado de México; así como la estrategia de coaliciones en los procesos electorales a partir del 2009, son el preámbulo de una alianza PAN-PRD para la elección del 2012.

“Por eso son tan infantiles y tan equivocadas la hipótesis que maneja Andrés en términos de que estas alianzas son tan solo prolegómenos de una alianza que queremos hacer con la derecha, miente, para las elecciones del 2012. Pero miente, esa es una mentira de Andrés Manuel repetida mil veces” señaló tajante.

López Obrador: una vergüenza


Otra humillación más para al país, y mientras tanto no hay quien frene el protagonismo mesiánico de un Andrés Manuel López Obrador más empecinado que nunca en volver a ser candidato a la Presidencia de la República y, de paso, entorpecer el Gobierno de quien fuera su verdugo electoral, el ahora presidente de México, Felipe Calderón.

En su desmesurado afán por mantenerse a ultranza en el escaparate público, y por reconquistar la hoy alicaída, y otrora notable popularidad que en un tiempo caracterizara a este conflictivo personaje de la izquierda, ha ordenado a sus huestes diputadiles y senatoriales violentar las sedes del Poder Legislativo mediante el secuestro de las dos cámaras, la de diputados y la de senadores, bajo el demagógico argumento de la defensa de la patria y el petróleo.

La opinión pública de todo el país sabe que a López Obrador, su grupo y el partido político que aquél aún controla, lo que menos les interesa es la salvaguarda de los intereses nacionales, pues fuera de su obstinada idea de llegar a como dé lugar a la Presidencia de la República, no existe ningún otro objetivo que para ellos signifique un valor fundamental.

Para el PRD, independientemente de lo inmoral, absurda o ilícita que resulte, es válida toda estrategia o argucia que sirva para avivar la guerra política que, de modo maquiavélico, el frustrado Andrés Manuel -autonombrado "Presidente Legítimo"- se propuso declararle al país y a sus instituciones cuando, en verano de 2006, una de ellas, justamente el Instituto Federal Electoral, lo declarara electoralmente derrotado.

Los irresponsables actos que los legisladores al servicio de AMLO perpetraron el jueves 10 de abril al tomar por asalto las dos tribunas del Congreso, no deben ser vistos sólo como una marrullería más de las que la megalómana ambición de Andrés Manuel parece ya estarnos acostumbrando a sufrir. La osadía de la semana anterior va más allá de una artera felonía acometida por un grupo de agitadores amparados en la representación popular que desafortunadamente ostentan, es una afrenta a la institucionalidad de la nación y a la dignidad del pueblo mexicano.

A los lopezobradoristas nadie los va a parar mientras tengan como comparsa a un partido político y una masa legislativa incondicionalmente dispuestos a todo; mientras aglutinen en las cámaras alta y baja del Congreso de la Unión a un número importante pero sumamente perjudicia de legisladores dispuestos a seguir de forma ciega la línea radical, intransigente y retrógrada emanada de los apetitos políticos de López Obrador.

Tan graves como reprobables acciones deben llenar de malestar y encono a la opinión pública de la nación. Tal parece que el país está en manos de una terca camarilla de izquierdistas aferrada al sueño de encaramarse en el poder. Ante la verdadera personalidad e intenciones de AMLO, que él mismo se ha encargado de reflejar públicamente, y en vista de la profunda crisis electoral que por su desorganización y pugnas internas vive el PRD, resulta pertinente formular algunas interrogantes: ¿Qué rumbo habría tomado México en caso de que López Obrador hubiera resultado electo en el 2006? ¿Con qué calidad moral pretende dicho partido sumido en el caos y el absoluto desprestigio, instaurar una consulta nacional sobre una reforma energética que, además no es competencia suya, sino del Congreso de la Unión? ¿Cuántas vergüenzas más, tanto a nivel nacional como internacional, tendremos que soportar tan sólo para satisfacer la ira y los antojos de López Obrador y su partido?